LAS PALABRAS

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Las palabras son la
armoniosa suma de dos sonidos y
un silencio. Los sonidos son la suave
alteración del silencio dividido en partes
iguales. Entonces, las palabras
son la obra arquitectónica de los sentimientos,
son el vínculo que asegura o
son el detonador que separa. Las palabras son manos
invisibles que ayudan,
acarician, secan lágrimas, abrazan, besan y tocan
suavemente el corazón.
Pero así también las palabras son las que, como manos
invisibles, pero
reales, ofenden, golpean, arrancan lágrimas, dañan y tienden
trampa. Por
eso, debemos refrenar la lengua cuando la ira como mano invisible
pero
eficaz, trata de moverla para hacer el mal. Pero debemos tratar de aprender
a hablar y usar las palabras como una sofisticada herramienta que abre
corazones, ilumina mentes, pone a trabajar espíritus dormidos y en ocasiones
llegan a dar vida en muchos casos y en distintas formas. Barriletes Todo
hombre
que fue niño debió haber remontado un barrilete en su vida. Hay
muchas cosas que
un hijo debe aprender directamente de su padre: aprender a
pescar, a nadar, a
sembrar, a asearse, a escribir, a sumar, a comer y a
caminar. La madre le enseña
al niño a hablar, el padre a conversar. La madre
le enseña a caminar, pero el
padre le enseñará a correr; de su madre
recibirá el reproche, de su padre la
disciplina; su madre le enseñará a
reír, pero su papá le enseñará el respeto por
el dolor ajeno. Cuando su
madre le enseñe a lavarse la cara, su padre le habrá
enseñado antes, a
lavarse las manos; porque cuando la gente mire en el a un
hombre, honesto
por su mirada franca, todos sabrán también que su mano es
realmente un
símbolo de amistad. Por eso es que si un hombre alguna vez remontó
un
barrilete casero con su hijo, le habrá dado en ese simple acto la enseñanza
simbólica más práctica y duradera que un padre pude dar a su hijo. Porque le
habrá enseñado que se puede fabricar un estandarte de libertad para que
todos lo
vean, y que así como ese barrilete, con su sencillez, puede ser
libre e ir tan
alto como se lo permitamos. Es eso la libertad, no hay
libertad sin disciplina
ni poder sin respeto por el prójimo, ni autoridad
sin ejercer justicia, todo en
el hombre interior es comandado por el fino
hilo de la verdad puesta por
obra.

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Hercules Antonio Palermo

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