UN HOMBRE COMUN




Un hombre común ¿Quién alguna vez no ha querido ser el primero? - El primero a la bolita. - El primero a la pelota. - El primero en el colegio. Pero sólo le es dado conformarse con ver ganar a otros. Cuando iba a cuarto grado y estudiábamos la vida y obra de los próceres, yo adopté, en mi corazón, a uno como mi ídolo o como el ejemplo de vida. Este era San Martín. Musitaba, con ternura, de niño, las máximas que él había escrito para su hija Merceditas. Captaban toda mi atención las Campañas Libertadoras y la abnegación de este hombre. Si era realmente el "Santo de la espada". Nació en mi pecho el anhelo de ser como él. Una vez casi lloro de contento porque, tendría yo nueve años, y un muchacho de lejos me dijo: "Chau San Martín". Corrí a casa y se lo dije a mi mamá; luego de lo cual ella me cortó, un poco, el cabello… y también las patillas. Pero… aquel mensaje al “Sr. Nadie”, quizás tenía un destinatario cuando lo puse sin sobre en el hueco que había en lo alto de mi pieza. Quizás buscaba un prócer que no muriera, alguien que estuviera arriba y que me extendiera una mano para subir. Mi madre vio algo en mi, o lo sabía de siempre porque muchas veces me decía: "Vos vas a ser líder" y otras veces me dijo: "Se como un padre para tus hermanos". Ella tenía ese don que se acentúa en las mujeres y lo tenía también su padre, mi abuelo, ella presentía, soñaba y vaticinaba cosas que luego ocurrían. Pero… a mis trece años, ella falleció y me quedé huérfano de afecto, sin nadie que me diera enseñanzas a largo plazo, que me diera consejos para usar en mi madurez, y en verdad los recordé y los usé. Yo quería llegar a ser alguien reconocido por la sociedad, yo sentía que tenía debilidades, pero también dones. Bien, así se expresa un hombre común cuando tiene que contar sus anhelos y frustraciones. Casi siempre lo hace después de los cuarenta, pero he sabido que otros llegan a este punto mucho después. El que llega al éxito de lograr de la vida, lo que quiere, ganar bien haciendo lo que más le gusta, es alguien digno de analizar y ubicarlo como uno entre muchos, o mejor dicho, uno en un millón. Cuesta trabajo ser un hombre común, llegar a casa y dejar los anhelos, frustraciones y sueños muy adentro del ser y atender a los requerimientos del "ahora". La vida es como un juego en serio, en el cual no podes dejar de jugar, aunque las reglas de juego no te gusten. Estás un día ganando, otro día perdiendo, pero lo único que no podes hacer, es dejar de jugar a la vida, que es muy parecida a un juego de ajedrez. Cada movida importa, las que haces, las que te hacen los demás y la que hace la vida misma a veces sin tu ayuda. Están las movidas no aprovechadas y las que resultan de un conjunto de hechos. Cada hecho importa aunque parezca sin importancia, a la larga suma un total que pesa a favor o en contra. Si, la vida son hechos, los hechos llevan tiempo y cuando el tiempo pasa, la vida se nos pasa y nos damos cuenta que el camino se torna más angosto. Ya obviamente hay cosas que son en la práctica, no factibles, como el estudio, el trabajo, la educación de los hijos. El tiempo va cerrando puertas a medida que cumplimos años y nuestros hijos se hacen hombres. El peor error del hombre es no llegar a concientizarse de que la vida en sí misma es totalmente indiferente a los deseos y sueños del hombre. La vida solo es una canción de amor y paz, de felicidad y armonía, de gozo, de éxito, de bonanza. Solo el hombre la puede cantar, el que quiera, cualquiera, pero… cada uno la debe cantar para sí mismo, a su manera con su voz y su talento, sus ganas, teniendo como único público sus seres queridos, los vivos y los muertos. Y allí sin aplausos ni despedidas, al fin dejará el escenario de su vida, con la conciencia tranquila de que no solo lo intentó, sino que lo hizo a su manera, con la mejor intención de quedar bien consigo mismo habiendo hecho el esfuerzo y pagado el peaje. "Total, al final, nadie va a morir tu muerte, ni nadiee continuará tu vida, nadie aplaude al que se va, porque la vida sigue, y cuerpos que vivan hay muchos y que mueran hay todos los días así que… nadie va a tomar tu lugar en el momento final", después de ser… fuiste.




Hercules A. Palermo

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