Los Hijos de la Mente

09-06-2002

Imaginemos la mente como una gran madeja compuesta de infinidad de pequeños filamentos que pueden ser jalados a voluntad y que cada uno de ellos dijera el nombre del efecto deseado como por ejemplo: sensaciones, tendencias, gustos, talentos, amor, odio, lágrimas, tenacidad, constancia, sentido común, risa, habilidad, espiritualidad, etc.
Podríamos así tener un resultado en nuestros actos con solo tocar uno de esos hilos. Habría que conocer cada rótulo para saber donde se encuentra cada uno, habría que saber cómo tirar de cada uno de ellos, cuánto y cuándo, también habría que saber cómo llegar a ese gran panel donde se acomodan las emociones, sentimientos y actitudes.
Además deberíamos tener la clave para controlar los efectos autodestructivos.
Bien; si supiéramos donde está la puerta tendríamos que saber cuál es la llave que la abre y luego que estamos adentro nos daremos cuenta de que nos falta algo que está en otra parte del organismo y que se llama: voluntad. Para mover un solo dedo y rozar aunque sea el pequeño hilo cuyo rótulo dice "obediencia".



H. A. Palermo

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