El Arbol de la vida. ( 1 )

¿Qué es la esencia del vivir?

Muchas veces miramos sin observar, otras sin escuchar o tocamos las cosas sin sentir, porque no estábamos en esos momento dispuestos a percibir la esencia de verdad que emana de todas las cosas y de los hechos. Y es por esto que no apreciamos la armonía de la naturaleza; de la cual somos parte; y decimos que "la rosa es linda" "lástima sus espinas…" o que la primavera es hermosa y el otoño todo lo contrario.

He comprobado que, en todos los casos hay ARMONÍA en las cosas y en su relación con otras, es una gran cadena que une elementos, vidas y hechos para cumplir todos y cada uno con el propósito que fueron creados: perfeccionar al Hombre en esta vida en cuerpo y espíritu.-

Dos latidos

13-01-91

De un hombre dedicado a dar lo mejor de sí a sus hijos y a su esposa;

De un hombre que una crisis económica fortalece y que la falta de trabajo convierte en león;

De ese hombre, Dios extrajo, además de una costilla de su costado, los dos últimos latidos de su corazón para que durante toda su vida

Sus hijos lo llamen "PAPÁ".

Joyas?...

El conocimiento es como las joyas, no solo hay que tenerlo sino comprenderlo y usarlo en nuestra vida, de otro modo no tiene valor.

Muchas cosas en la naturaleza cumplen con la ley de la vida, dar algo de sí durante su vida. La vez que esta ley no cumple las condiciones de vida, no son buenas. El ejemplo del Mar Muerto y el Mar de Galilea, son explícitos por sí solos.

Cada cosa tiene que "sangrar" el 10% de su existencia y vida, debe haber valor en el dolor y disciplina en el gozo, sabiduría en la riqueza y paciencia en la pobreza, pero siempre la ley debe cumplirse: debe haber una sublimación continua para mantener fresca la existencia y provechoso el ser.

A veces el dolor nos aleja de lo espiritual al perder un ser querido o al vernos inmersos en otro tipo de desgracia. Lo que ocurre es que al perder algo, a nosotros nos ocurre algo, se verifica un quite a nuestro ente humano y carnal, el "yo" es ofendido, el hombre natural se sobresalta y uno se pregunta "¿Por qué a mí?". La pregunta nos la hacemos quizás sin saber que no estamos preparados para recibir la respuesta.

La verdad que el mal y el bien existen y se complementan sin mezclarse jamás y el punto en donde descansa o se apoyan y se verifica, es la acción, el hecho consumado.

A veces el resultado es a raíz de nuestras decisiones pero muchas veces no necesitamos participar, pero el bien o el mal nos toca igual.

En todos los casos el hombre se aflige y sufre por lo que el consuelo debe estar en lo espiritual. En ese ámbito de cosas no estamos solos y la respuesta es sencilla y el remedio eficaz aunque no traiga el consuelo en forma instantánea.

Hubo alguien que sufrió las aflicciones y dolores sin haber hecho nada por merecerlo y este es Jesucristo, el cual sufrió en grado infinito para que en él tuviéramos consuelo y salvación eternos.

LA CONVIVENCIA

Lo más difícil de la vida es convivir, porque para esto se necesita amor y ausencia de egoísmo. No se puede tener una familia y crecer en ella si no se ama y por amor despojarse del orgullo para vivir en ARMONÍA

Otra es la relación del individuo con la sociedad para lo cual debe prepararse estudiando completamente un oficio siendo honesto en el trato con sus semejantes y exigiéndose a sí mismo dar lo mejor de su potencial. Y por último su relación con Dios. Esto lo logrará comprendiendo que realmente es un hijo de Dios con todos los deberes, derechos y privilegio que esto implica. Cuando la comprensión es cabal el individuo se alza hombre nuevo con fe y confianza en sí mismo y comprende completamente los dos puntos antes tratados. Se convierte así en modelo de hombre en el cual todos pueden tomar referencia.

Cuando vemos el 80% de las personas que viven o existen en un nivel de vida tan arcano a la tierra, dejándose llevar por sus apetitos carnales, unos más, otros menos, tomando como moneda corriente el mentir, blasfemar, engañar, robar, solo con la excusa de que "todos lo hacen", estamos viendo en ellos a ciegos que son fácilmente seducidos y llevados por Satanás a la profundidad de la real oscuridad. El resto es el que se esfuerza por mostrar el camino, son los que viven diferente, los que ven las cosas con otra perspectiva y tratan de ayudar a ver a los que son extraviados.

Nuestros ojos son como el filtro de información por los que llegan a nuestra mente, formas, colores, distancias, texturas y armonía de conjunto. Son los ojos los que captan la imagen que nos sucede al bien o al mal, son los ojos los que nos causan tropiezos y a la vez ocasiones de progreso. Nuestros ojos nos muestran las cosas tan claras en su dimensión de luz, que la mayoría de las veces nos conformamos con eso, y no tratamos de apreciar las cosas por lo que son, por lo que significan, por lo que dan, usando para esto la otra visión de lo que somos dotados: la visión espiritual que miran las cosas con una perspectiva de vida eterna.

Pero si despertamos del sueño que significa esta vida, llena de luces y colores, amaneceremos a un mundo denso de armonía y de verdades ocultas a nuestras pupilas.

La vista es un don maravilloso, es el complemento que nos da una señal visible del panorama en forma significativa y paradójica de una realidad que debemos considerar juntamente con lo que siente nuestro espíritu y acostumbrarnos a ser guiados por ese tenue pero real susurro que nos comunica verdades que nuestros párpados ocultan.

QUEHACERES DE UNA MADRE

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05-02-95

¿Por qué entre tanto quehaceres de una madre, no se ha podido borrar el verbo "morir"?

Yo tuve una madre visionaria, poseía el don de decirme cosas que, pasando los años se fueron cumpliendo como profecía, a la vez me dio máximas y consejos que yo debía seguir y me dijo que iba a ser yo en la vida.

Yo tenía 13 años y ella nunca me habló de un futuro con nietos y nuera, no, ella me decía cosas que iban a interesar mi vida en los próximos 30 años.

Ella veía su muerte como un hecho consumado y por aquellos años me dejó un legado y una orden: "Sé como un padre para tus hermanos". Aun hoy resuenan esas palabras en el iluso consuelo de lejanía que otorga el tiempo pasado, pero he llegado a comprender que nada está lejos ya que la vida misma es una sucesión de hechos, y la imposibilidad de volver a recrear las vivencias pasadas en la cruda realidad que nos pone el crecimiento del niño y el partir de nuestros seres queridos, nos sume en una humana melancolía y un frustrado deseo de volver al tiempo pasado pero nada está más lejos que detrás del velo allí cerquita, después del último suspiro con el que inauguramos el verdadero y eterno despertar del ser.

El amor une, el amor sella, el amor hace por, el amor da, el amor conduce, es luz y parte de la luz, el amor es lo que nos mantiene vivos, se siente aun siendo ciego, sordo o mudo, se da aun siendo carente de medios y se recibe aun siendo el hombre más rico.

La palabra que sale del corazón tiene que llegar a otro corazón para cumplir con su cometido.

LOS ADOLESCENTES

Los hijos cuando son adolescentes redescubren a los padres y los juzgan según su propia óptica, según su criterio en plena formación y cambios continuos, cambios basados en su medio ambiente e influencias externas tanto culturales, sociales o teológicas.

Los padres debemos tratar a nuestros hijos como hijos, y no como objetos sometidos a obediencia ciega. Debemos tratarlos como individuos, pero no como hombres formados, debemos ver como se introducen en el túnel de la adolescencia en la semipenumbra de ideas y conceptos y ser observadores pasivos de sus actos. No tomando examen diario de las cosas que le hemos enseñado, solo debemos estar en la otra puerta del túnel hablándolos, para que escuchando nuestra voz puedan guiarse, esperarlos a la salida del túnel pero no entrar con ellos.

En su adolescencia ellos no son niños, pero tampoco son adultos ni hombres, solo son hermosamente jóvenes, cándidamente piensan como hombres, sienten como niños y actúan como adolescentes. El adolescente es un niño que busca su lugar como hombre en la impaciencia de su pubertad, en la inseguridad de su inexperiencia.

Si llega el momento que con severidad debemos privarlos de algo que sabemos que es perjudicial para ellos, no esperemos que ellos lo entiendan ni quiere decir que al prohibirles tal cosa llegan a olvidarse de sentir ansias por aquellos que le hemos vedado. Lo único que hacemos al prohibirles algo es evitarles males en forma temporal ya que no siempre estarán bajo nuestra tutela.

A veces somos llamados a ser observadores pasivos de los actos de nuestros hijos adolescentes.-




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