( El Don de la Luz ...)


Recibí una cinta grabada de Jim en la que me contaba a cerca de los resultados de la operación y de las experiencias vividas en los últimos meses. En una parte me decía: “Tony, ¿por qué no resultó la operación?, si se suponía que a esta altura del tiempo ya deberían verse los resultados. Mi papá me dice que debo tener paciencia, pero yo no siento ansiedad por ver, ya que nunca vi. Para mí decir “ver” es decir “azul” o “rojo” u otro color, porque no tienen textura, no puedo tocar el “ver”, pero si las cosas, siempre pude tocar las cosas, antes y después de la operación.
No quisiera estar más en la Clínica, no. Recuerdo que un día antes de la operación estaba sentado en mi cama, allí en la Clínica, y de pronto escuché un gemido desde la cama de al lado, era un anciano enfermo que pedía agua, así que le di de beber, luego acomodé su almohada y acomodé sus mantas. Me dijo que padecía cáncer y que iba a morir. Luego me quedé hablando con él por espacio de tres o cuatro horas, sentía su mano fría en la mía, me habló de sus hijos, de su nieta, de su esposa que hacía veinte años que partido de su lado. Y así estuvimos hasta que llegó una enfermera y le aplicó un fuerte sedante para que pueda dormir, según me dijo. Cuando ya la voz del anciano dejó de oírse, la enfermera me dijo que nadie lo había venido a ver desde hace un año, pero que él nunca dejó de esperarlos. Pobre hombre, pensé, quizás en esas horas que pudo hablar conmigo recibió más de lo que en mucho tiempo no recibía: comunicarse con alguien y ya ves que no fue necesario que yo tuviera el don de la vista. A la vez yo también recibí de él mucho ya que vi en él a un hombre trabajado y cansado atacado por esa cruel enfermedad pero veo que más cruel fue el abandono de parte de aquellos que él dio vida. Esto sucedió poco antes de que llegaras a Buenos Aires a verme, ¿te acordás?”.
Que extraordinario, ¡Cómo maduraba Jim!, era como si quisiera quemar etapas en su vida, me sorprendía en cada oportunidad que teníamos de conocernos con esas preguntas que muchas veces él mismo se respondía y me respondía a mí, ya que sus preguntas eran sencillas y tan llenas de enigmas.
Una vez leí que: “Los grandes descubrimientos muchas veces se realizan en los complejos laboratorios de la sencillez. Allí en donde para descubrir los misterios de la ciencia y del universo, y por ende del hombre mismo, lo único que este debe usar es un sencillo par de anteojos (si los necesitara), para leer de los antiguos textos o para simplemente observar, meditar y orar, y no un complejo microscopio o un telescopio sofisticado”.
Cada día que pasa me siento más impresionado de las cosas que la vida me muestra como si fuera una gran vidriera de cosas y cosas.
Estoy viviendo cada vez más acorralado por la necesidad de salir de este cascarón de inoperancia sin progreso visible; pero he llegado a la conclusión de que algo, por así decirlo, nos empuja de a poco hacia el camino que debemos caminar. Lo que, en la vida diaria no recibimos solo vemos postergada la ocasión y la oportunidad, nos da la pauta para madurar aun más para que cuando nuevamente se presente la “oferta” estemos más preparados para aprovechar mejor lo que logramos. Muchos hombres han encontrado su verdadero camino al ser presionados, económicamente por ejemplo, se han visto privados de empleo o tuvieron que cambiar de oficio, o se vieron compelidos a trabajar por cuenta propia. Luego se les escuchará: “gracias a que me dejaron sin empleo ahora no necesito de un jefe y gano más”. Pero si no lo hubieran dejado cesante nunca se hubiera beneficiado.
¿Qué es un milagro?
¿Qué es azar?
¿Qué es coincidencia?
¿Qué es fe?
¿Qué es casualidad?
Bien, cuando vemos llover… ¿no es un milagro?..., todos los milagros obedecen a una ley. Cuando Jesucristo hacía milagros, Él ordenaba a los cuerpos hacer su voluntad porque Él los había creado. Ordenaba a la higuera que se secara y se secó. Ordenaba que el mar se calme y en medio de la tormenta así sucedió; y a unos pocos peces y patos reprodujo en forma extraordinaria. Aunque para realizarse cada una de estas cosas no demandó más que unos minutos y muchas veces en forma instantánea, cada milagro se produjo en gracias al cumplimiento de la ley bajo la cual se basan. Jesucristo tenía el poder de hacer obrar a las cosas.
Y nosotros ¿podemos realizar milagros?, si podemos, solo que debemos estar en armonía con la leyes Divinas, lo cual significa estar en armonía con la naturaleza y con nuestro prójimo.
En nuestra vida muchas veces elevamos nuestra voz al Señor implorando un milagro y vemos que este se cumple después de hacer todo lo que este de nuestra parte y en el debido tiempo de Dios. Debemos ejercer paciencia para comprender eso, y también paciencia para entender que no siempre nuestra voluntad es lo que el Señor tiene para nosotros.
El azar es una decisión pensada.
Coincidencia es el efecto notado solo por nosotros según nuestro parecer o deseos.
Fe es confianza y obras sobre cosas que no vemos, es paralelo al conocimiento ya que si conocemos algo no necesitamos tener fe en ello. Pero si tenemos fe y obramos de acuerdo a una ley que damos por verdadera, invariablemente obtenemos los frutos de acuerdo con la ley que cumplimos, como saltar una zanja cuando la vemos o evitar el peligro que está ante nuestros ojos
.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

UNA FE..DE HIERRO

GANIMEDES