( Largo silencio )



El tiempo pasa con rapidez, al menos eso me parece a mi, aunque estoy sintiendo la luz de nuevos conocimientos que luchan por tener su lugar en algún lugar de mi mente, como si fuera hojarasca en mi tejado la cual debo recoger pronto para encender nuevos fuegos en el interior del hogar.
Ahora pienso que el tiempo no es sino el movimiento de las cosas obrando en un punto del universo, dando de su influencia a otros cuerpos y perfeccionándose mutuamente en una fase positiva o negativa según el tipo. Si todas las cosas quedaran inmóviles por un minuto, no se suspendería el tiempo sino el movimiento, pero esto es imposible, ya que, las galaxias se mueven, los planetas se mueven y la materia se mueve y también sus átomos y electrones. Si todo esto se detuviera por un instante, reinaría el caos, o mejor dicho, no habría existencia.
Para esta noche veré nuevamente a Orión, estampado mágicamente en el cielo, justo al noreste, ayer también lo vi por la noche y lo vi por primera vez junto a mi madre cuando ella estaba en vida y yo tenía por entonces 12 años de edad. Ella me dijo “Es la campana del cielo”, ya que su forma lo sugería para ella. Para Jim este paisaje no existía nunca, porque nunca lo vio y quizás nunca lo verá, pero si le digo que se asemeja a una gran campana en el cielo y que de hecho puede imaginar que es la campana de los portales del cielo, quizás entonces pueda ver más allá de la hermosura que captan mis ojos.
Creo que hay una luz no visible que influye a todas las cosas dando y recibiendo un resplandor mejor: luz de vida y paz.
A veces pienso en mi forma de vivir y de ver vivir a otros , yo, mente que piensa en las otras mentes; vida que siente las otras vidas y siempre me encuentro en el mismo precipicio, garabateando una vaga idea imprecisa de lo que llegamos a ser y a lo que llegamos a hacer en esta vida.
Una vez escuché de un pastor unas palabras que me hicieron meditar en cuanto a nuestro concepto de lo que es la vida, y lo que es en realidad la vida.
“Si nos preocupamos en conocer la voluntad de Dios en forma cabal con el sincero deseo de hacer su voluntad, ansiosos de hacer lo justo y lo verdadero, viviendo los conceptos aprendidos, conociendo la vida de Cristo, sollozando en nuestros corazones sus sufrimientos en la carne, anhelosos de que su sacrificio no haya sido en vano para nosotros, digo que si no hacemos esto, estaremos solo existiendo en la forma más elemental y básica del ser humano, estaremos haciendo solo aquellas cosas que nos permiten vivir el día de hoy y el siguiente, alimentando solo el cuerpo y no el espíritu. Estaremos garabateando perezosamente una vaga intención de ser salves en el Reino de Dios, y nuestra recompensa es la muerte espiritual”.
Creo que el silencio más largo y amargo al que puede asistir el ser humano, es el que produce la muerte sobre el ser que no se entregó a sí mismo a la vocación de su corazón durante su vida, solo por no seguir los dictados de su conciencia.

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