( Tiempo de Inocencia...)



“Muchas veces en mi vida me ha tocado vivir experiencias que dejaban signos de interrogación en mi mente, y luego un susurro en mi interior me aclaró el misterio. Cuando paso por un lugar y me gusta el sitio, la casa o el contorno, es porque en el tiempo de inocencia en que mi ser fue plenamente feliz, una imagen igual era el marco de esas antiguas vivencias. A veces las recordamos, recordamos cosas, la casa de la abuela, la calle en donde jugábamos, el perro que nos acompañaba, y así un montón de cosas que vimos, que tocamos, que oímos, etc., todo eso fue formando nuestro actual “gusto” por la vida. A veces recordamos esas cosas, a veces no, pero el subconsciente sí. El subconsciente es el hombre natural que se aferra a lo que es vida y pone barrera a lo que es muerte, sí, así de simple. Un recuerdo bueno lo tratará de poner con énfasis en el escenario de nuestra mente conciente, mientras que otro hecho malo lo esconderá, a veces sin poder lograrlo del todo porque al instante todo se traduce en temor o en amor. Todos nuestros gustos están basados en la niñez, además de otros que cultivamos en la edad conciente.
Alguien dijo: “no hay libertad sin disciplina”, porque sino ésta es una prisión más amplia si quiero hacer las cosas, los problemas son obstáculos por superar, pero si no quiero hacer las cosas, los problemas son excusas”.
Bueno, al fin completé la cinta.
En los próximos días escribí a Boero contándole la pérdida del casete que me envió y lo puse al tanto de las cosas a cerca de Jim. ¿Qué podía contarle que Jim no me haya dicho?.
Recuerdo haber leído en una parte de su libro, que las cosas conservan la esencia de su hacedor, decía: “Cuando un ciego toca una escultura, esta tocando la misma música que el escultor sentía en su alma cuando la esculpió. Cuando toca un cacharro, trata de sentir como el alfarero y el material vuelve a ser arcilla moldeable, sus manos sienten la voz de la materia llamando a sus manos a la forma, que en un concierto de presiones y caricias, va cambiando de dueño y así el creador la hizo y el hombre la comprende, llegando a ser uno con ella. Lo mismo pasa cuando toca una hoja de árbol, una rama, una piedra, la arena del mar, el agua, el calor, una flor, una espina”.

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