Las disculpas

El que se disculpa la culpa admite ante otro ser y solicita de este modo la dispensación o el perdón.
Esta disculpa implica que el ofensor pide la aceptación nuevamente en el rol que le cupiera ya sea como amigo, empleado o simplemente como hombre.
El hombre que se disculpa hace uso de valor y el don de hombría al volver sobre sus actos y disculparse.
Por otra parte el ofendido o disculpador puede o no “disculparlo” o “sacarlo de las consecuencias de la culpa” para lo cual él también requiere hacer uso de los mismos dotes de ser humano que el que se disculpa.
Cuando un hombre se disculpa, no se humilla sino que, usando a un interlocutor esta diciendo al mundo que se equivocó y que lo siente en su corazón.
Está ofreciéndose hombre; sino nuevo; corregido en ese aspecto en el que falló.
Así el que recibió las disculpas puede no aceptarlas por no estar él mismo a la altura del honor puesto de manifiesto por el otro.
Pero eso carece de importancia ya que, si el pedido de disculpas es genuino en su origen, el sujeto se enaltece y el mundo recibe complacido a un verdadero hombre.


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